Uruguay. Museo de la Radio en el CTI.

El fin de semana del 6 y 7 de octubre pasado, se celebró en Uruguay una nueva instancia del «Día del Patrimonio». En este año, el tema fue: «El lenguaje de los Uruguayos». Es un acontecimiento masivo que moviliza anualmente a miles de personas visitando los lugares de destaque patrimonial y cultural. Una oportunidad donde los museos y edificios públicos se abren al público, con apoyo organizativo (guías, actividades especiales, información destacada, etc.)

Muy oportunamente, el mismo día 6, el Diario «El País», de Montevideo,  publicó una nota a toda página sobre la situación en la que desde hace años se halla el «Primer Museo Viviente de la Radio y las Comunicaciones de Uruguay «Gral. José Artigas», fundado en 1991 por el investigador y coleccionista de la radio Sr. Antonio Tormo, también radioaficionado CX8CC. Un museo que otra vez no pudo abrir sus puertas porque desde hace 12 años no tiene sede, y lo que es peor, hay piezas que se están deteriorando.

Pero antes conviene mostrar estas son fotos tomadas en el año 2004, de acervo ubicado en dos habitaciones  del Museo Nacional de Antropología, que alberga su acervo a duras penas.

Antes de llegar a esta situación, la de un museo cerrado y sin poder interactuar con un público nostalgioso como lo es el uruguayo tipo, y tampoco ofrecer sus piezas a la vista de estudiantes de todas las edades y turistas, promoviendo un valor cultural indiscutible; desde el living comedor de su casa en la Av Gral. Rivera de Montevideo, la que tuvo que dejar, recibió por muchos años la visita de escolares y público en general, que escuchaban atentamente las historias relacionadas con esta piezas de la historia de las comunicaciones. Incluso mantiene intacto el «Libro de Visitas» que incluye los saludos de Elettra Marconi, y Guglielmo Giovanelli Marconi, hija y nieto del sabio italiano, entre otras personalidades, políticos, medios de prensa y pueblo en general.


Esta es la nota:

Un tesoro de radios ‘apola’ en silencio, al pie del CTI

Museo. La humedad y las polillas jaquean a veteranas «cantoras» y otros equipos

CARLOS CIPRIANI LÓPEZ

En Uruguay hay 4 museos nacionales y dos de ellos están cerrados: el de Antropología y el de Historia Natural. Allí se siguen realizando tareas de investigación y conservación del acervo. Pero no se cumple con otro objetivo clave: la exhibición.

El Museo de Antropología, dependiente del Ministerio de Educación y Cultura, está cerrado por falta del personal de vigilancia, encargado de monitorear las salas y de prevenir que no se concreten robos.

Dentro de dos habitaciones de la majestuosa casona que ocupa, en Instrucciones y Millán, están además depositadas las piezas que componen el Museo Viviente de la Radio y las Comunicaciones. Todas ellas fueron reunidas a lo largo de tres décadas por el técnico y coleccionista Antonio Tormo y su esposa Ligia Ferreira.


Pero cada día que pasa es más difícil albergar allí el millar de piezas de la colección. Resulta notorio el deterioro que empiezan a sufrir las propias salas en donde se amontonan cajas y muebles repletos de reliquias. Y debido a esas condiciones son ya visibles montoncitos de polvo de madera en el entorno de estantes sobre los que hay algunos equipos de radio sin embalaje, atacados por las polillas.

Frente a esta realidad, consultando a gente que de un modo o de otro se halla cercana al tema, hay juicios que se reiteran: lo que está pasando con el Museo de la Radio «es una vergüenza», «sorprende la indiferencia del Estado», y «en Europa se pagaría fortunas».

VALOR. Aunque sea difícil realizar una estimación global, Tormo dice que la tasación puede llegar a 10 millones de dólares (sic), pero agrega que eso no le importa salvo para seguir insistiendo en su aspiración de sensibilizar a las autoridades competentes y que la colección no se desperdigue por dentro o fuera de fronteras, o que termine esfumándose por la imposibilidad de mantenerla en condiciones.

El Museo de la Radio se fundó el 15 de mayo de 1991 y hace doce que está depositado en el Museo de Antropología. En el acervo hay por ejemplo una radio a galena del año 1926 (entre otra docena de aparatos similares), un grabador de alambre de 1938 en el cual está registrada la voz de Guillermo Marconi. Existen aparatos telefónicos de 1916 y 1950, grabaciones discográficas en una victrola de corneta de 1904, las primeras lámparas de luz de Thomas Alva Edison fabricadas en 1904, y radiotransmisores de la Segunda Guerra Mundial. También hay rollos de pianola, trasmisores y receptores de radioaficionados construidos artesanalmente, radioteletipos de la Segunda Guerra Mundial y posguerra, 5000 válvulas de radio desde 1922, una colección de transistores de primera generación, videograbadoras y grabadores de cinta, proyectores de cine de comienzos del siglo XX, micrófonos y grabaciones en cilindros de cera, un parlante-corneta inglés de 1921, un receptor de radio alemán de 1923, entre más cosas. Fuera de las cajas se ve entre las piezas más valiosas un radiotransmisor cuya procedencia aún se investiga; puede haber pertenecido al Graf Spee o al Tacoma.

«Antes podíamos decir que estaba depositado aquí todo el material del museo. Ahora está en el CTI. Hay un receptor norteamericano de 1925 al que se lo está comiendo la polilla. Tenemos varios expedientes presentados, y recibimos promesas y cuentos de todo tipo sobre el otorgamiento de una casa. Yo ahora estoy haciendo un informe para la Unesco, pidiendo apoyo internacional. Estoy cansado de solicitarlo acá. No sé qué pasa, pero no somos escuchados», dijo Tormo a El País.

En la situación de su museo, como él lo recuerda, están el del radioaficionado, que cerró hace unos meses; el de las telecomunicaciones de Antel que está cerrado desde hace cinco meses «porque lo desmantelaron», y el del ferrocarril, que tampoco tiene sede.

«Yo invito al señor Ministro de Educación y a la Intendenta de Montevideo a que vengan acá a ver en qué condiciones está depositado este acervo. Esta es la memoria de las telecomunicaciones en Uruguay. Tenemos una biblioteca con publicaciones de todas las áreas de la comunicación, desde la época de los cables submarinos, y eso se está estropeando también por la humedad, se pegan las hojas. Esta obra ya no es mía, fui el pionero, pero esto debe pertenecer a a todos los uruguayos. Es imposible volver a conseguir este material, que nosotros queremos mostrar no sólo como piezas de museo, sino funcionando, vivas», comentó Tormo.

En la celebración de los 90 años de la radio, Tormo destaca además que los diarios también están involucrados. «Los primeros receptores de radio que llegaron a Uruguay vinieron para los diarios El País o El Día, que recibían las noticias desde Europa. Los diarios contrataban a los radiotelegrafistas de la Armada y del Ejército».

En referencia a nuevas actividades, Tormo explica que ya tiene pronto un guión para realizar un documental sobre la historia de la radio, que comenzará con los orígenes de la radiotelegrafía [en Uruguay], por 1904. Agregó que en la medida de lo posible continuará con tareas de extensión educativa, concurriendo a escuelas y otros centros interesados en sus charlas y exposiciones itinerantes.

Tormo creó asimismo el monumento de Guillermo Marconi en Punta del Este, donde el inventor y empresario italiano vivió durante dos meses, en 1910. El 12 de julio de 1997 se colocó en él la primera placa conmemorativa. El monumento de la parada 10 ya tiene una decena de placas y en él se organizaron una quincena de homenajes.

La propia opinión del Sr. Director del Museo Nacional de Antropología, Prof. Lic. Arturo Toscano es por demás elocuente y se incluye en la nota de prensa:

  • Apolar. Dormir a pata suelta. Cantora. Receptor de radio. (Dic. del Español del Uruguay).

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  • Asimismo, al día siguiente, el Diario «El Observador», de Montevideo, publicó una nota con este título

Receptores, fonógrafos y cámaras tras un hogar

El Primer Museo Viviente de la Radio y las Comunicaciones del Uruguay, con aparatos que funcionan, busca casa tras 22 años.

JUAN SAMUELLE

Uno de los varios museos que existe en Montevideo tiene una particularidad: no posee un lugar propio donde exhibir sus contenidos. Provisoriamente lo hace en el Museo Nacional de Antropología. Se trata del Primer Museo Viviente de la Radio y las Comunicaciones del Uruguay, cuya necesidad básica es, precisamente, la casa propia, esa que le sigue siendo esquiva, a pesar de haber superado ya las dos décadas.

“Es un museo viviente porque los equipos de comunicación que se exponen funcionan, están vivos”, explicó Antonio Tormo, fundador y director del museo, que cumple exactamente 22 años y se llama “Gral. José Artigas”.

Algunos tesoros de este museo son, por ejemplo, trasmisores a chispa de principios del siglo XIX; equipos de comunicaciones de cables submarinos de principios del siglo XX; receptores de radio a galena de los años 1913 a 1960; radioteletipos y equipos de comunicación de tanques de guerra utilizados en la II Guerra Mundial; 5.000 válvulas de radio de la primera generación; fonógrafos; grabadores de alambre; vitrolas portátiles y de pie; proyectores de películas de cine mudo de la época de Charles Chaplin; y las primeras cámaras de TV que funcionan con válvulas utilizadas por los canales 4 y 10.

Tormo dijo a El Observador que “necesitamos un lugar donde exhibir esto en forma adecuada, para que las piezas estén bien cuidadas y expuestas a toda la sociedad, especialmente a las nuevas generaciones”. El museo tiene un verdadero tesoro en su acervo.

El responsable admitió que recibió en los últimos años ofertas, sobre todo desde el exterior, para adquirir algunas piezas o la totalidad. No obstante, el propietario es paciente y prefiere “agotar todos los esfuerzos para que estos pedazos de cultura y de historia no se vayan del país”. Cuanto más pasa el tiempo, más se van valorizando las piezas que Tormo posee.

Los premios CX 2012
El museo no sólo rescata la memoria del mundo de las telecomunicaciones. Recientemente, junto a la Comisión Honoraria de Apoyo al Museo, se realizó una de sus actividades anuales, la entrega de los Premios CX con los cuales distingue a personas e instituciones que promueven una comunicación responsable en el ambiente local.

Este año hubo dos premios internacionales. Uno fue para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), recibido por Guilherme Canela, Consejero de Comunicación e Información para el Mercosur. El restante fue para la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR), mención que fue entregada a Héctor Amengual (Director General de la AIR).

La decimoséptima entrega de los Premios CX, en el Ateneo de Montevideo, coincidió con la conmemoración del Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información –instituido por la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT), dependiente de las Naciones Unidas–, y también con el Día Mundial de Internet y con el Día Internacional de los Museos.

En ese marco, Tormo subrayó un valor diferencial: “por segundo año consecutivo ésta premiación formó parte del programa de actividades de la UIT”. Además, en un evento declarado de interés Nacional, Ministerial y Departamental, se realizaron dos homenajes: a Canal 12 por sus 50 años y a los 90 años de la Radiodifusión en Uruguay, todo enmarcado en un total de 60 distinciones adjudicadas.

Homenaje a Marconi
Tormo comentó que el 20 de julio el museo realizó un nuevo homenaje a la obra del padre de la radio mundial, el ingeniero Guglielmo Marconi (Bolonia, 1874 – Roma, 1937), físico e inventor italiano, quien vivió en 1910 en la parada 10 de la Mansa en Punta del Este, Maldonado, donde hoy se encuentra un monumento a su figura.

“Desde 1997, en ese monumento colocamos 10 placas y le hicimos 15 homenajes. Hoy es considerado en todo el mundo uno de los espacios recordatorios de una figura más venerados”, destaco.

Tormo recordó, emocionado, que hace 15 años hizo una contribución para salvar el archivo y el laboratorio de Marconi, a punto de ser rematado en Londres por la Compañía Christie’s. El reclamo de 260 expertos en comunicación de todo el mundo llevó al gobierno de Inglaterra a interceder para que ese acervo cultural fuera acogido por el Museo de Ciencias de Londres, donde ahora se encuentra para disfrute de todos aquellos que se acerquen a admirarlo.

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Destaques en negrita: LGdS

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10 respuestas a Uruguay. Museo de la Radio en el CTI.

  1. Brian Recalde dijo:

    Es muy loable lo que hace este caballero, pero el tema es que si el país no tiene un política cultural de defensa de sus propios museos, ¿cómo podemos preocuparnos de los trastos que un coleccionista privado juntó, y no tiene dónde ubicarlos?

    ¡El propio artículo pasa casi por alto que estos objetos (que insisto, son de un particular) están en un museo que está cerrado! O acaso, las radios que juntó el Sr. Tormo, ¿son más importantes que el Museo Nacional de Antropología y el de Historia Natural?

    Además, lo que pide resulta gracioso: que el Estado, le albergue sus cosas, y además le de vivienda. Y por «Estado», entiéndase todos los que pagamos impuestos (que no somos muchos), y muchos de los cuales además nos pagamos nuestra propia vivienda, sin pedirle nada a nadie.

    A éste personaje se le ve siempre mendigando y adulando personajes públicos, para conseguir que todos les financiemos su hobbie. Antes de haber acopiado cosas, debería de haberse preocupado dónde ponerlas.

    • Gracias por su comentario, antes que nada. Pero no comparto para nada su opinión.

      En nuestro pais sí hay una política nacional de Museos y hay en ciernes una Ley de Museos. Pero hay grandes carencias presupuestales y de gestión.

      Los museos nacionales y oficiales han siempre quedado bajo el destino del Ministerio de Educación u otros ministerios y sumergidos por los magros aportes, que de los impuestos de toda la población -usted y yo incluídos- en general, se trasladan a los mismos.

      Y así es el caso, incluso, en la Intendencia de Montevideo. Vaya hoy por ejemplo Ud. al Museo del Carruaje Fernando García, del que hoy justamente CX14 El Espectador a través de su periodista Rosario Castellanos, del programa «En Perspectiva» diera cuenta. Lo fue a visitar este fin de semana del Patrimonio y comentó que su estado es lamentable. O el robo de unas 21 obras de arte que desparecieron de la colección que tiene la Intendencia de Montevideo. En su mayoría pertenecen al Museo Blanes. La Junta Departamental aprobó por unanimidad una investigación urgente para determinar el paradero de las piezas extraviadas.

      Muchas de las colecciones de esos museos partieron de colecciones privadas, de iniciativas personales. Y fueron adquiridas en su momento por el Estado, como los aviones Bombardier de PLUNA, o la colección de discos de jazz de Juan Rafael Grezzi, «un clavo» para el SODRE, o han sido arrojadas a las volquetas (los Collins de alguna repartición militar, o muchas de las placas de vidrio del legendario fotógrafo Silva).

      Qué sería si no fuera por las iniciativas personales de los habitantes de este y cualquier país en beneficio de la cultura y su patrimonio. Al pais lo hacen sus habitantes, y los gobiernos a través de sus funciones estatales garantizan y promueven su bienestar. Para ello se han creado incluso los Fondos de Estímulo a la Formación y Creación Artística, Concursable para la Cultura, Fondos de Incentivo Cultural, Fondos para el Desarrollo de Infraestructuras Culturales en el interior del país. Es posible que el Sr. Tormo -sólo como está, aunque acompañado de su Comisión de Apoyo- aún no haya podido siquiera saber estructurar el farragoso requisito de la burocracia necesaria para acceder a concursar en alguno de ellos.

      Usted dice: «las radios que juntó el Sr. Tormo, ¿son más importantes que el Museo Nacional de Antropología y el de Historia Natural?» – Es un falso silogismo: la colección de aparatos diversos de comunicación y documentación histórica que no se halla en ningún otro lugar de este pais, no sólo radios, son tan importantes como los elementos que albergan el Museo Nacional de Antropología, o el de Historia Natural, porque son elementos del patrimonio histórico y cultural de una sociedad y de un pais. Es tan valiosa una punta de flecha como un receptor a galena del año 22.

      Usted dice: «Además, lo que pide resulta gracioso: que el Estado, le albergue sus cosas, y además le de vivienda. Y por “Estado”, entiéndase todos los que pagamos impuestos (que no somos [sic] muchos), y muchos de los cuales además nos pagamos nuestra propia vivienda, sin pedirle nada a nadie.»

      Le contesto: sus cosas, son las cosas que la misma sociedad mandó tirar a la basura por una u otra razón y antes, este coleccionista las compró o le fueron donadas, las amparó, les dió restauración y conservación, y con ellas expuso y sigue exponiendo junto a las historias que le son intrínsecas y que las nuevas generaciones deben conocer. El Sr. Tormo tiene la desventura personal de no ser una persona pudiente para contener todo ese rico y valioso material. Y su deseo de amparo habitacional es -según tengo entendido de su propia boca- es mantener la restauración de las mismas piezas. Probablemente esa pretensión ¿sea la traba de un apoyo oficial?. Quizá… pero quien curatela esa exposición, quién la guía. Quién la explica si no él u otros tan o más idóneos que él en el tema.

      Es fácil de entender todo este problema, cuando incluso la casa del propio José Enrique Rodó, prohombre de las Letras Uruguayas está en ruinas, ahí en la Ciudad Vieja. O cuando se despierta muy recientemente el alerta de la Junta Departamental de Montevideo, por recuperar al patrimonio montevideano la propia casa natal de Artigas!.

      Usted, comienza su opinión diciendo que «es muy loable lo que hace este caballero», termina sus párrafos escribiendo: «A éste personaje se le ve siempre mendigando y adulando personajes públicos, para conseguir que todos les financiemos su hobbie. Antes de haber acopiado cosas, debería de haberse preocupado dónde ponerlas.».

      -Con mucho gusto daría mi cuotaparte en impuestos, como doy mi tiempo en la preparación de esta publicación y en argumentar mi discrepancia frontal ante su postura, para éste «su hobbie», que yo también practico. También yo tengo «mis trastos viejos» arrumbados. Y espero, algún día puedan integrar la vitrina del Museo, del cual Tormo -quién por otra parte se puede defender sólo- es pionero en este país.
      O del Museo del Radioaficionado que también está encajonando sus cerca de 400 piezas, que hemos estado inventariando personal y voluntaria y honorariamente, a puro pulmón y quitando tiempo de familia, en la sede del Radiogrupo Sur, que también estudia las no muchas alternativas que deberá encarar y quizá decidir ponerlas dentro de un contenedor metálico, cerrado, al que deberá pagar un alquiler y ubicado en zona rural.

      Muchos de esos gobernantes que él «·aduló» estuvieron y están, porque la ciudadanía en voto democrático, los puso para defender sus propios intereses, y entre ellos los culturales y patrimoniales. Y muchos de ellos dieron su apoyo verbal, que aún no se concretó.

      Le he escuchado al Sr. Tormo decir que si el hubiera querido vender toda su colección lo podría haber hecho en cualquier momento. Pero me sigue alegrando encontrar en él un sentimiento patriótico, de saber que al final de sus días, esa colección de aparatos con historia habrá de legarla al capital del la Cultura de un pais.

      ANTEL, que creó un Museo de las Telecomunicaciones ¡lo ha desarmado! No lo ha integrado!. ¡Con las recaudaciones que tiene en éstas épocas de Internet y celulares!. Por ahora han sido priorizadas, sin desmérito de mi parte: la murga y el carnaval, el fútbol, Paul Mc Cartney y otras cosas más. Y lo ha calculado bien: porque le dá rédito. Cuando la Sociedad y sus gobernantes entienda que los Museos dan rédito cultural y magro aporte monetario, estaremos mejor que ahora, porque la razon de dinero estará subordinada al interés de progreso humano.

      Horacio Nigro Geolkiewsky
      La Galena del Sur

      • Brian Recalde dijo:

        Todo bien… Mucha letra, que no dice nada (nada que al menos uno no sepa).

        El tema objetivo es que el Sr. Tormo y su séquito desea que el Estado (o sea, el «Pueblo») le financie dónde poner sus «cositas» y que además le den una casa. Y para ello se han pasado obsecuentemente dando «premios» a cuanto individuo han creído le iban a hacer el favor.

        El tema objetivo, repito, es que «adulando» (usando su entrecomillado) autoridades (electas por el pueblo, o lo que sea, porque lo ha hecho hasta con el presidente del Círculo Policial, que no creo el pueblo haya electo para nada) desean que los demás le paguemos por tener su colección privada. Sin dudas, la estrategia no les ha dado resultado: 22 años pidiendo cosas (lo mismo), demuestran que no funciona. Él (Tormo) y sus secuaces deberían darse cuenta después de seis administraciones nacionales, y otras tanto municipales que, «llorando la milonga» (usando el «lenguaje de los uruguayos») no se llega a ningún lado.

        Además el que el Sr.Tormo tenga «la desventura de no ser pudiente», lo emparenta con la mayoría de este país. O, ¿Ud. no sabe, que este es un país pobre y de gente pobre? Gente que no anda «mangueando» a nadie, si no corriendo todos los días «detrás del mango» (para seguir usando el «lenguaje de los uruguayos»).

        De todas formas, si Tormo se da el lujo de valuar su colección (personal, repito) en diez millones de dólares: ¿dónde está su pobreza? O se le fue de más el cálculo exagerando un poco, o no es nada pobre.

        Ud. quédese con su opinión. Yo con la mía. Si no le gusta lo que se publica acá, saque los comentarios. O, ¿sólo para publicar aquí, hay que ser obsecuente con Ud. como Tormo con las autoridades? Sería bueno que además dejara de tratar a los demás como ignorantes. El hecho que cuando alguien escriba use su poder de síntesis (que parace Ud.no puede cultivar), no quiere decir que no sepa de que habla.

        Lo único es que me queda es la duda, de que si «Tormo se puede defender sólo», para que Ud. lo hace con tanta vehemencia. Será por lo de ‘-President of the Supporting Commision of the First Museum of Radio & Communications of Uruguay «Gral. Artigas» -‘.

        Saludos.

  2. Ya veo que está para la ofensa… «Sr. Tormo y su séquito», Él (Tormo) y sus secuaces…» Qué fácil que es tirar bosta . Estoy, como muchos otros y con mucha honra, defendiendo el buen destino del patrimonio de este coleccionista. Y si Usted sigue denominando «sus cositas» a las piezas museísticas es que no ha entendido nada de lo que dije…

    Usted dice : «El tema objetivo, repito, es que “adulando” (usando su entrecomillado) autoridades» — el entrecomillado cita SU expresión!!!. Vaya que maneja Usted pobremente sus argumentaciones!. Y ya le entendí el «modus operandi» de las mismas!.

    No tenga miedo, le mantengo estos comentarios para que vea también mis respuesta que con toda intención le hago. Quedan claras sus opiniones, así como las mías.

    Con su criterio queda claro que esas «cositas» y «trastos» (usando sus propias expresiones oscurecidas por la ignorancia) deberán ir a la basura. ¿Qué propone Usted como ciudadano, cuando existe una colección de piezas de estas características, que destino le daría?…

  3. Es de interés destacar el artículo aparecido en «La Diaria» del día 10 de octubre de 2012, sobre «Iniciativas del MEC sobre políticas públicas en materia museística». http://ladiaria.com.uy/articulo/2012/10/donde-se-juzga-a-la-eternidad/

  4. MARÍA GREZZI dijo:

    es lamentable,que toda la discografía,de Juan Rafael Grezzi estuviera en un pasillo tirada,más todo lo que he donado yo su hija,su vitrola,y más,lamentable,todo lo que dió mi padre,y fué olvidado,gracias

  5. MARÍA GREZZI dijo:

    ES LAMENTABLE,QUE EL TESORO DE DISCOS QUE TENÍA MI PADRE TERMINARAN EN UN CORREDOR Y EN LA FERIA DE TRISTAN NARVAJA,MÁS LO QUE DONÉ SU MUEBLE HERMOSO RCA,ES TRISTE,YA QUE EL DINERO QUE DIÓ EL SODRE,FUÉ MISERO A LO QUE ENTREGUÉ

    • N. del R.: La Sra. María Grezzi, se refiere al material que la familia destinó al SODRE. El «Primer Museo Viviente de la Radio y las Comunicaciones de Uruguay «Gral. José Artigas», tema de esta entrada, no tiene nada que ver con esa situación.

  6. nacional dijo:

    Seria una gran injusticia que se pierda la historia de las telecomunicaciones del Uruguay habría que buscar algún lugar donde ponerlas para ser contempladas por las personas.

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