«Gardel hecho mujer»: Amalia de la Vega, «la Calandria Oriental», centenario de su nacimiento. (Uruguay, 1919 – 19 de enero – 2019).

«Gardel hecho mujer», dijo alguna vez la gran Mercedes Sosa sobre Amalia de la Vega. Y Alfredo Zitarrosa, quien la idolatraba, opinó de ella como “sencillamente la más grande artista uruguaya de todos los tiempos” ¹

Amalia de la Vega, seudónimo de María Celia Martínez Fernández (19 de enero de 1919, Melo, Departamento de Cerro Largo25 de agosto de 2000, Montevideo) fue una cantante nativista y compositora uruguaya.

María Celia Martínez Fernández se hizo llamar Amalia de la Vega. Era ése el nombre que había elegido a instancias de Víctor Soliño, [a la sazón director de El Espectador], quien le pidió que hiciera una lista con posibles seudónimos. Barajando distintos nombres y apellidos, a ella le gustó la combinación.

Amalia no se consideraba a sí misma una artista, sino «una cantora y nada más». Había nacido en Melo un 19 de enero de 1919, y había vivido ahí hasta los tres años, cuando el padre, un militar,  fue trasladado a Montevideo. Sin embargo, sus viajes a Cerro Largo fueron frecuentes y el terruño siempre le provocó orgullo.

Ella recordaba, del Melo de su infancia, las plazas llenas de naranjos silvestres, el perfume de los azahares, y los gallos de riña. Siempre le había gustado el canto, pero no lo había estudiado. Era inmensamente tímida. Parece que solía encerrarse a cantar en un cuarto, o se iba lejos, donde nadie pudiera escucharla. Cuando su hermano mayor tocaba la guitarra y cantaba en ruedas de amigos, la llamaba para que lo acompañara, pero ella solamente accedía si la dejaban cantar detrás de una puerta. Con el tiempo empezó a hacerlo en kermesses y en fiestas familiares. En la década del cincuenta, animada por la pianista Beba Ponce de León, cantaba en actuaciones benéficas que se montaban en diversas parroquias.

Siendo muy joven, en el año 1942 debuta en Radio El Espectador donde cumplirá un ciclo de 10 años, continuando su actuación radial, luego en Carve. También desde 1943 actuó en Radio El Mundo de Buenos Aires y realizó numerosas giras por el interior argentino, actuando anualmente en Mar de Plata, con el suceso que su voz y el temario elegido se merecían. (Fuente)

A los veintitrés años había debutado en la radio El Espectador, cuya dirección musical estaba entonces a cargo de Walter Alfaro. 

Durante varios años se presentó en dos audiciones semanales, de media hora cada una, a puertas cerradas. Nunca venció el miedo de sentirse observada, pero las fonoplateas de Carve le dieron soltura para llevar su canto a las radios de San Pablo, Río de Janeiro, Santiago y Buenos Aires.

Fragmento de la actuación de Amalia de la Vega, en la fonoplatea de CX16 Radio Carve, ubicada en el Palacio Díaz. Auspicio publicitario de Yerba Armiño. Año 1953.

Amalia de la Vega recuerda sus pasajes en CX16 Radio Carve. (Fragmento de entrevista realizada por el periodista Emib Suárez Silvera).

Amalia detestaba el concepto de show, de luces y cámaras. Se presentó tres veces en la televisión, pero no quiso repetir la experiencia. Era muy casera. Tenía muchos pájaros. No se casó. La invitaron a cantar en Francia, pero no quiso. Siempre defendió su repertorio, mayormente conformado por canciones criollas —cifras, vidalitas, milongas y estilos— con textos de Serafín J. García y Tabaré Regules, entre otros, y musicalizados frecuentemente por ella misma.

Revista «Cine Radio Actualidad», Montevideo, 1955.

Decía que tenía que sentir las canciones que cantaba, y si eso no sucedía se negaba a interpretarlas. Una vez estuvo años sin cantar una canción simplemente «porque la sentía demasiado» y era un desgarramiento expresarla. Cuando lo hizo, a pedido de Tabaré Regules, en una fiesta criolla en Potros y Palmas, la cantó llorando, contaba en una entrevista con César di Candía publicada en Búsqueda en noviembre de 1998.

En la década del ochenta Amalia de la Vega dejó de cantar. Había tenido algunos silencios intermitentes, pero un día dejó de hacerlo, y fue definitivo.

Lo primero que llama la atención al escuchar a Amalia de la Vega es la belleza de su voz y su gran técnica vocal.

De ahí la sorpresa cuando la oímos comentar que nunca estudió canto.  Pero el asombro  mayor llega al darnos cuenta de que a pesar de su extensa obra (casi veinte discos en   distintos formatos), y de una fuerte presencia en los medios sobre todo en las décadas del cuarenta y cincuenta (en fonoplateas y actuaciones en vivo), siga luchando contra el olvido.

¿Será por la escasez de reediciones digitales (apenas dos discos compactos del sello Sondor a la fecha)? ¿Será por el antidivismo y la proverbial timidez que la mantuvieron alejada por largos períodos, hasta el definitivo adiós de los ochenta, veinte años antes de su muerte? ¿Por su prescindencia política en los años duros? ¿Por la conocida dificultad del país para conservar y celebrar la memoria de su pasado artístico expresada, entre otras cosas, en la triste figura de las humillantes y modestísimas «pensiones graciables» a artistas como Carlos Molina, Marcos Velásquez, Aníbal Sampayo, Osiris Rodríguez Castillos, Anselmo Grau y la propia Amalia de la Vega?

Su vida artística y sus actuaciones en ambas márgenes del Plata le permitieron conocer y tratar a las figuras más elevadas de la poesía, del canto y del análisis folklórico, cuyos juicios fueron siempre palmas para el historial de nuestra Amalia. De Amalia de la Vega Atahualpa Yupanqui dijo que “su voz era como el sonido que parece surgir desde las entrañas de la madre tierra con la autenticidad de los grandes artistas”. De izq. a der.: Atahualpa Yupanqui, Amalia de la Vega, Santiago Chalar. Fuente.

Además de cubrir un amplio repertorio latinoamericano, doña Amalia se acercó a poetas locales para musicalizar sus textos y componer lindas milongas, recibió el apoyo de importantes figuras como el pianista y compositor Walter Alfaro o el musicólogo Lauro Ayestarán (que le brindó temas recogidos en sus investigaciones) y realizó las versiones más convincentesque se conocen de canciones compuestas por músicos «nacionalistas» del área «culta» (Eduardo Fabini y Luis Cluzeau Mortet, entre otros). A esto se suma su «legado» a Alfredo Zitarrosa: la sonoridad del de las humillantes y modestísimas «pensiones graciables» a artistas como Carlos Molina, Marcos Velásquez, Aníbal Sampayo, Osiris Rodríguez Castillos, Anselmo Grau y la propia Amalia de la Vega?

Además de cubrir un amplio repertorio latinoamericano, doña Amalia se acercó a poetas locales para musicalizar sus textos y componer lindas milongas, recibió el apoyo de importantes figuras como el pianista y compositor Walter Alfaro o el musicólogo Lauro Ayestarán (que le brindó temas recogidos en sus investigaciones) y realizó las versiones más convincentes que se conocen de canciones compuestas por músicos «nacionalistas» del área «culta» (Eduardo Fabini y Luis Cluzeau Mortet, entre otros). A esto se suma su «legado» a Alfredo Zitarrosa: la sonoridad del conjunto de guitarras que la acompañaba, ya que muchos de sus instrumentistas pasan a mitad de los sesenta a tocar con don Alfredo.

Quizás, en otra situación histórica podrían haber sido las guitarras «de Amalia», en vez de las guitarras «de Zitarrosa» (por supuesto que la tradición de guitarristas-guitarreros tocando solos, a dúo, trío o cuarteto, tiene una historia previa—recuérdese a Roberto Rodríguez Luna y al propio Néstor Feria— y paralela a la masividad lograda a través del
potente eje zitarrosiano).

Fue una tenaz difusora y fina intérprete de los géneros locales, asociando su nombre a conceptos como criollismo y nativismo. Y como nada es casualidad, cuando un periodista conseguía llegar a las preguntas justas, la Amalia que se decía tímida y monosilábica declaraba con precisión y firmeza «en mi casa con los músicos ensayábamos hasta que saliera todo como me gustaba. Si hacían firuletes, ya no me gustaba». En varias entrevistas manifestó su gran admiración por la exuberancia discreta del modelo estético que fue Carlos Gardel. Y agregaba, refiriéndose a la manera de cantar, «muchos dicen que su ídolo es Gardel. ¿Por qué no llegan entonces a esa sencillez?».

Al igual que su admirado Carlos Gardel, Amalia de la Vega sentó precedentes de calidad sobre los cuales seguir construyendo modelos de identidad. Esperemos que Uruguay pueda incorporar definitivamente a su paisaje sonoro a quien muchos consideran una de las mayores cantantes que ha dado nuestra tierra: Amalia de la Vega.²

Cultivó un estilo muy propio y personal que, a través de las milongas, las cifras, los estilos y las vidalitas, la proyectó a los primeros planos de la fama y el reconocimiento artístico entre los cantantes uruguayos y latinoamericanos.

En 1942 hizo su debut en radio, en las fonoplateas de Radio Carve y Radio El Espectador, acompañada al piano por Beba Ponce de León.

Amalia de la Vega jerarquizó escenarios nacionales e internacionales, recorriendo muchas veces Argentina, Brasil y Chile acompañada por las guitarras criollas que fueron motivo, siempre, de un gran amor y devoción. Ella misma también supo tocar la guitarra de oído, musicalizando poemas de Tabaré Regules, de Fernán Silva Valdés y de Juana de Ibarbourou.​ Grabó varios discos de 78 y de 33 r.p.m. en los sellos Sondor, Antar, Orfeo y Telefunken.

El número de los simples y larga duración supera largamente el ciento, entre los que se cuentan: «Amalia la nuestra», «Mientras fui dichosa», «Manos ásperas», «El lazo», «Poetas nativistas orientales», «Mate amargo», «Colonia del Sacramento» y «Juana de América”. En unos fue acompañada por el Mtro. Federico García Vigil, en otros por el Mtro. Walter Alfaro y, casi siempre, con las guitarras de Mario Núñez, Gualberto Freire y Antonio Bertrán. ²

Después de un silencio de 10 años, reapareció en el “Festival Nacional de Folklore” en Durazno, durante su segunda edición.

Allí una noche de lluvia, pero ante una platea de diez mil personas, acompañada por Hilario Pérez y Olivera, desató el nudo de su garganta que por 10 años había sellado, y derramó los versos de Tabaré Regules: “Mate Amargo”. Y allí, fue una estrella fulgurante, apareciendo en la noche, cerca del Yí. Tres veces fue interrumpida por el cerrado aplauso del público, que con esa expresión la recibió y reconsagró como la voz número uno del folklore nacional.

Se le adjudicó el “Charrúa de Oro” de esa edición y el jurado fue el público.

Entre los mejores recuerdos de la bien llamada “Calandria Oriental”, figura la milonga “Réquiem para una Calandria”, que le compusiera Hilario Pérez, en su homenaje.

El 25 de agosto de 2000, en medio de profunda tristeza fueron sepultados sus restos en el cementerio del Buceo. El reconocido periodista “Guruyense”, en destacada nota publicada en el Diario El País, el 27 de agosto del mismo año, decía: “Alguna vez, cautivado por la firmeza de su canto, el gran maestro Atahualpa Yupanqui dijo sobre Amalia de la Vega que “trae el sonido que parece surgir de las entrañas de la madre tierra con la autenticidad de las grandes artistas”. Esa definición acudió ayer al recuerdo en el vuelo de los hondos afectos al darse el último adiós con aplausos en el cementerio del Buceo, a la notable intérprete y compositora del universo criollista, fallecida el viernes pasado, a los 81 años”.

Y continúa el articulista, diciendo: “Considerada con toda justicia como la voz nacional más esencialmente genuina del canto del pueblo -después de su maestro de siempre, Carlos Gardel, al que idolatraba- la artista compatriota nacida en el pago de Melo ingresó a su morada definitiva sin el último reconocimiento oficial que tanto mereciera, tanto en lo nacional como en el municipal”. ³

El difusor del canto autóctono y poesía musical de América, periodista Emib Suárez Silvera y su hija en la co-conducción, rindieron repetidas veces homenaje  a Amalia de la Vega en el programa «Musicanto», su audición por CX16 Radio CarvePrograma del 6 de abril de 2000, donde interviene la poetisa de Tacuarembó, Dra. Sylvia Puentes de Oyenard. 

Homenaje que se hizo en la Sala Brunet, Montevideo, el 6 de abril de 2000, por iniciativa de AGADU y el programa «Entre Mates y Guitarras», conducido por , con presencia de la cantora Amalia de la Vega, donde intervinieron distintos artistas. En el audio, compaginado originalmente por el periodista Emib Suárez Silvera se intercalan conceptos, recuerdos, por la misma Amalia de la Vega, en una entrevista telefónica, algunos fragmentos de sus canciones; y seguidamente, algunas de las interpretaciones de algunos de los músicos y payadores.


Entrevista a Amalia de la Vega, programa «Retratos», que se emitía por CX38, Radiodifusión Nacional, SODRE, conducido por Mary Rios. 1996.


Entrevista al guitarrista Rubén Salhón, guitarrista de CX16 Radio Carve, junto a otro intérprete del instrumento, Uruguay Zabaleta. Salhón actuó muchos años junto a Amalia de la Vega. Programa «Entre Mates y Guitarras», CX16 Radio Carve, conducido por Eduardo «Tigre» Monteverde, 19 de enero de 2019.

Entrevista al guitarrista Hilario Pérez, quien acompañó también a Amalia. Programa «Entre Mates y Guitarras», CX16 Radio Carve, conducido por Eduardo «Tigre» Monteverde, 19 de enero de 2019.

Más…

  • Amalia de la Vega, en Historia de la Música Popular Uruguaya. Montevideo, Uruguay.

Fuentes:

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